Yo estaba borracho. Para qué voy a decir otra cosa. No estaba chispa, ni contento, ni tocado.
Borracho. Con b de Ballantines.
El bar ya estaba cerrado pero seguíamos dentro. Yo, mi amiga, su amiga y el padre de su amiga. Ellas dos salieron a fumar. Yo me quedé con el padre de la amiga de mi amiga.
Los dos en la barra, forzados a tener una conversación que hasta entonces habíamos evitado.
El jugaba en casa así que empezó:
– Así que vos sos el español… A mi me encanta España, sobre todo el embutido y el vino.
– Bueno a mi me encanta la carne argentina y el fernet, respondí.
No puedo recordar los siguientes diez minutos de conversación… supongo que no fueron importantes. Lo que si recuerdo es el alboroto de mis dos amigas entrando al bar después de dos cigarrillos, recuerdo la cara arrugada del padre, recuerdo su mano firme en mi hombro y sus palabras atropelladas.
– Antes de que vuelvan las chicas, te voy a decir algo español:
«La vida son momentos. No dejes pasar ni uno sólo por esperar al siguiente.»
Ellas volvieron. Bebimos toda la noche y sobrevivimos por la mañana. Me desperté. Escribí esa frase en un cuaderno y después la pasé a limpio.
Desde entonces la reescribo cada vez que tengo que tomar una decisión importante. A veces me lleva a vivir buenos momentos. A veces a vivir momentos malos. Pero nunca me deja indiferente.
La vida son momentos. No dejes pasar ni uno sólo por esperar al siguiente.
#muerevacio
Maravilloso. Añadido a «mis normas para la vida»
Gracias por el comentario! la cuestión es que de cada momento aprendamos! un saludo