Cada vez que cojo las zapatillas y me dispongo a correr, pienso en #Muerevacio.
En las aceras de la ciudad, en los caminos del pinar, en la nieve de la sierra, en el tartán de las pistas de atletismo, en cada zancada, en cada gota de sudor que derramamos… pienso como al correr nos vamos vaciando.
Corriendo nos alejamos de las preocupaciones, de los agobios, de las prisas de esta extraña vida que, a veces, no vivimos. Corriendo abandonamos kilos de problemas y añadimos razones para afrontar nuestro duro día a día.
Por ello, #Muerevacio, con su ideal de dejarse la piel detrás de cada objetivo, detrás de cada meta personal, detrás de cada sueño…encaja tan bien en la rutina del corredor de fondo.
El ser humano no está habituado a correr y por eso, cuándo lo hace, tiene que poner tanta atención en mantener el equilibrio y en sobrellevar el esfuerzo. Nuestra mente queda casi en blanco, descansando de las mil cosas del día a día, olvidándonos de problemas y buscando soluciones. El ser humano corre para vaciarse pero también aprende a correr para recargarse…
Muchos somos los que cargamos las pilas vaciándonos en los caminos. (Vuelve a leer esta frase…).
Ese espacio de ejercicio físico te da la oportunidad de analizar un único pensamiento, una única idea, exprimiéndola sin las codificaciones a las que te expones en tu día a día. Ese momento de libertad, de cansancio, de dolores y sudor te permite organizar la agenda o encontrar la solución al problema que lleva atormentándote demasiado tiempo.
Pero el corredor no solo busca tranquilidad para quedarse a solas con sus pensamientos. A veces, necesita interrumpir la paz de los entrenamientos en solitario para probarse en una de las múltiples competiciones que cada domingo pueblan la geografía nacional.
Todas las carreras tienen su encanto, pero en mi humilde opinión, hay algunas más especiales que otras:
Estamos en la Behobia-San Sebastián. Su elevado número de participantes y su magnífica organización hacen de la Behobia una de las carreras populares más emblemáticas de Europa. Hablamos de la edición número 50 de la carrera. 30.000 hombres y mujeres intentando cubrir los 20 kilómetros que separan la frontera francesa del ayuntamiento de la capital guipuzcuana. …Sin duda no será nuestra única frontera…
Sí, he dicho 30.000. Solo las maratones de NYC, París, Chicago y la San Silvestre Vallecana tienen más dorsales que la Behobia.
Cada participante tiene sus razones…pero yo vi 30.000 razones de peso, 30.000 almas luchando por sus objetivos en una de las muchas batallas de su vida. No vi marcas, ni tiempos, ni enfrentamientos, ni competición…vi niños apoyando a sus padres y madres, vi novios con capacidades para quemar el asfalto apoyando a su novia en su primera media, vi gente llorando al entrar en meta, vi gente sonriendo tras superar un nuevo objetivo, vi a mucha gente orgullosa de alguien que ni siquiera conocían…
En definitiva vi una batalla que libramos contra nosotros mismos y en la que no hay derrota posible pues, como dice el lema de #Muerevacio:
“No me puedes vencer, sabes que no me voy a rendir”.