Muchas veces hablas de más, dices de más, opinas de más, y escuchas de menos. Muchas veces estás centrado solo en ti, no te cansas de escupir palabrería barata sobre esto que llamamos vida, mejor dicho, sobre esto que llamas tu vida.
Hablas, interrumpes, te muestras desinteresado por su vida y sientes que la tuya es más grande, más intensa, mejor aprovechada y más amortizada incluso antes de ser vivida…
Te voy a hacer un favor, a partir de hoy habla menos y escucha más y mejor, no permitas que tu boca sea más grande que tus sueños y, por supuesto, que limite los suyos.
No me gustaría oírte hablar de algo que no te atreves a soñar y que posiblemente nunca te atreverás a vivir.
Sueña tan grande que al oírte hablar de tus sueños tu corazón se quede congelado. Sueña para que cada palabra que te atrevas a pronunciar te provoque temor y dibuje una sonrisa que encierra incertidumbre controlada. Escúchate hablando de tu vida y de tus sueños y piensa, joder…«en esta me estoy calentando»...
Habla de tus sueños con todos y contigo mismo. Plantéales cómo cada punto será conquistado. Mira su gesto y disfruta de su expresión contrariada.
Eso sí, nunca te olvides de escuchar.
Escucha a los demás si tú quieres ser escuchado, no abras tu boca si lo que ellos te plantean tú no te atreves a hacerlo o a vivirlo, nunca te atrevas a criticar una vida que ellos están dispuestos a vivir…
Escucha a los demás, ellos también tienen sus sueños, posiblemente les importen más que los tuyos aunque tú los creas menos intensos, más pequeños o fácilmente alcanzables.
Sueña alto pero no permitas que tus sueños pierdan fuerza al salir de tu boca, cada palabra animará tu vida y revolverá tus pensamientos, no dejes que al abrir la boca tus sueños se escapen sin haberlos vivido.
Abre la boca para soñar y ciérrala para que ellos vivan.
Photo credit: http://instagram.com/luismartingarcia