Entré y lo olí, mejor dicho, te olí.
Fue un fogonazo difícil de olvidar, respiré y me entró hasta dentro, llegó a la parte última de mi cerebro y éste lo asoció a ti.
No pude evitarlo, te busqué con miedo a encontrarte, expectante por volver a verte, por volver a sentirte, por volver a tocarte, por volver a olerte, por volver a tenerte…
Mi cerebro volaba embriagado por esa droga tan potente que eras tú, mis neuronas emitían todos esos recuerdos que tu olor me ayudaba a proyectar. Ellos pasaban ante mi, haciéndome ver que aunque te pude olvidar mi cerebro nunca te hará desaparecer…
Volví a respirar sin miedo a que tu recuerdo me ahogara o me hiciera caer. Mi sonrisa se dibujaba mientras escrutaba cada cara que podía ver, no te podía tocar pero tu olor hacía que estuvieras más presente que ayer. Resulta gracioso como puedes aparecer sin siquiera saber dónde te puedo encontrar.
Respiré tu olor mientras mis ojos se cerraban para verte volver. Todas tus imágenes aparecieron ante mi como si fuera esa película que dicen emitir justo antes de que vayas a morir: rápida, escueta, emotiva y con fin…
Todas se posaban ante mi, el día que te conocí, el olor de tu pelo, el aroma de aquel café, el olor de tu aliento al acercarme por primera vez, la esencia de mi cama después de tu buen hacer, el olor a limpio de las sábanas de aquel hotel, el olor a sudor, látex y aceite de esos días que te encerré, el olor de una despedida y el dolor al saber que no nos volveremos a ver…
Abro los ojos lentamente y vuelvo a respirar. Tu olor se esfuma, se dispersa entre toda la gente que ocupa tu lugar.
Me tocan, me despiertan y siento que eres tú otra vez:
– !Ey! ¿dónde vas? es por aquí…¿estás bien?
Sonrío por lo que fue y por lo que vendrá, y digo:
» Claro, es solo el pasado que de vez en cuando me viene a ver» y pienso, «es solo pasado sin el que hoy no te podría oler…»
Photo credti y modelo: Pilar Souto
One Comment