Hace tiempo que no oigo esa frase pronunciada sin dudar, sin interrupciones, sin complejos…
Parece que tenemos que pedir perdón por ser felices. Por vivir siendo felices o por tratar de serlo.
No se lleva responder a la pregunta «¿Qué tal?» con un «muy bien, soy feliz».
El mundo no está preparado para este tipo de respuestas, para atajar una mirada sincera y asumir que la personas que tienes delante es feliz.
No sabemos expresar nuestra felicidad, de hecho, no queremos hacerlo. Nos la quedamos sólo para nosotros no vaya a ser que alguien venga a robárnosla, no vaya a ser que la tengamos que compartir con alguien, no vaya a ser que seamos menos felices cada vez que lo decimos.
«Soy feliz»
El mundo no está preparado para asumirlo ni para interpretarlo. Preferimos quejarnos y soltar frases previamente definidas del estilo: «Bueno…ya sabes, mucho trabajo», » ni bien ni mal, qué te voy a contar»…mejor no me la cuentes, en serio, esa ya la he escuchado, porqué no me cuentas otra a la que no esté acostumbrado, otra que tú te sorprendas diciendo, otra para la que, quizá, otros no estén preparados.
«Soy feliz»
Dicen que no sabemos valorar a las personas hasta que se van, pero qué ocurre con todas esas veces que fuimos felices y no lo dijimos, ¿dónde están? ¿quién se las ha llevado? ¿volveremos a sentirlas?
¿Por qué sólo recordamos aquellas veces que no lo fuimos?
«Soy feliz»
La vida son dramas y «felicidades», perdonad que me invente esta palabra, pero es difícil encontrar una que encaje, será que no estamos acostumbrados a decirla…será…
Porqué damos más importancia a los dramas que a esos momentos felices. Todos forman parte de nuestras vidas pero no todos los representamos. Y no todos los valoramos.
Cada día te brinda una oportunidad para disfrutar de esos momentos «felicidades» y para llorar por los dramas. Ambos conviven pero tú decides cuándo muestras cada uno.
«Soy feliz»
¿Aún te cuesta decirlo?
Por Pepe Martín